A MI HIJA
Anamari, hijita de mi vida, no hay momento del día
en que no piense en ti,te recuerdo siempre,
tu cabello rubio y tus ojillos azules
entonando con tu carita de picara.
Te recuerdo; sentadita en mi rodilla
acariciando mi barbilla y sonriendo
para hacer una travesura.
Todavía te miro; como si fuese ayer,
cuando correteabas alegre y feliz en rededor mío,
invitándome a jugar contigo.
La tristeza me embarga cuando veo a otras niñas
jugar con sus pelotas, y es cuando te transformo,
te recuerdo y lloro, me haces falta,
tengo en mi corazón un gran vacío,
pero me da fuerza el pensar
que te volveré a ver algún día.
Tenías escaso año y medio cuando me quitaron
la satisfacciónde verte crecer
y ver lo mejor de ti;
tus gracias, tus risas, tus coqueterías.
Aun te recuerdo con ternura dormida en tu cunita
mirando esa carita de angelita,
en que mi corazón me traicionaba,
afloraban mis sentimientos y corrían las lagrimas
sobre mis mejillas.
Te cubría del frio, besaba tu frente y te persignaba,
tú abrías tus ojitos y me mirabas;
sabias que yo te protegía
y Dios estaba contigo.
Pedacito de mi vida, por más que te alejen de mí,
un padre, es un padre y yo, amor mío,
siempre seré tu padre.
Te amo.
Tu papito Luis.
Luis Jiménez Dubernard.
Cd. de México, 16/5/83
(Separación).
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