CONOCERTE
Conocer tu nombre, el mismo de una Virgen, digno de tenerlo, un gusto pronunciarlo.
Fue un regalo el conocerte y al poco tiempo conquistarte, mis visitas sorpresivas en tu espacio; Espacio en donde el arte y la creatividad se hacen presentes y que manifiestas, al cortar, tan delicadamente, vidrios de colores para transformarlos en exquisitos vitrales llenos de luz y de alegría.
Cristales de tu alma.
Mis llegadas te asombraban sin, “siquiera” pensar, que para mí, es un deleite y un placer permanecer cerca de ti. Y con nuestras charlas, suspicaces, desinhibidas y picantes, hacer un juego impidiendo el tedio cotidiano.
¡Y qué decir!, ¡La sorpresa! al raptarte, en un viaje fugaz, a las playas de Acapulco, “sin más nada, que lo puesto”, olvidando nuestra edad y fugarnos, como jovencitos escolares que se escapan de la escuela.
Y en nuestro osado viaje, me es imposible olvidar, la expresión tierna de tu cara, “actitud inocente de una niña”, buscando en el cielo, figuras en las nubes.
El “condesa del mar” nos acogió, digna suite para una reina, dominando el mar en su grandeza, escuchando su bufar contra las rocas, asomada en el balcón te miro, ¡Eres feliz! Te vez sensual dejándome mirar la hermosa figura de tu cuerpo desnudo, permitiendo que la brisa acaricie tu rostro y vuele tu cabello azabache libremente.
Bailamos en la terraza del “condesa”, música suave, bajo la mirada de la luna, abrazados con cariño, dejándonos sentir por las notas armoniosas del ambiente.
Te recuerdo en el “Palao”, con tu blanco bikini, luciendo radiante contrastando con tu cabello oscuro y tu cuerpo bronceado de sirena.
Y, ¡el mar, que te imponía!, al llegar las olas y bañar tu cuerpo, tu temor y desconfianza te hacían asirte a mi cuello diciendo: “no me sueltes”, “me da miedo”, y aprovecharnos del momento para acariciarnos y besarnos.
Esperar en el malecón del “mirador”, el atardecer; Anaranjado sol, que se va ocultando despacio al final del horizonte, y yo, extasiado, contemplo tu sensualidad y tu silueta reflejada sobre él a contra luz.
Entregarnos al amor en Luna de miel anticipada y colmarnos de nuestras emociones mas divinas. Celebrando nuestro encuentro con el estruendo de fuegos artificiales y sus luces de colores, escuchando música debajo del balcón de nuestra alcoba.
¡Después!, confusión y extrañeza se manifiestan en tu mente, al no entender que sucedía, dejándose escuchar tu voz, liberando de tus labios palabras que fluyen como “dagas” desde lo profundo de tu ser, causándote un choque de conflictos y sentimientos encontrados.
Yo, escucho contrariado, pero, comprendo que tal vez, para ti, ¡ha sido demasiado! y tienes miedo a dejarte querer y aceptar quererme.
Luis Jiménez Dubernard.
Agosto 2004.
Cuernavaca, mor.