DESPEDIDA CONSOLANTE
Lucecita fugaz, que pasaste por nuestras vidas como un haz,
dejando un manto lleno de amor y de ternura
en todos los que te queremos.
Un profundo sentimiento de dolor y vacio
nos agobia en el corazón desde el día
en que te convertiste en Angelito.
Sin embargo, los imponderables de la vida terrena,
que no llegaste a conocer, ¡así son!,
Impredecibles.
Y ante la impotencia de los mortales,
tan solo nos queda la resignación,
la fuerza y el valor para afrontar la realidad,
una realidad cruel, triste y dolorosa
pero que debemos aceptar,
tanto tus amorosos padres
como todos los que siempre te rodeamos.
¡Angelito celestial!, mucho necesitaremos de la claridad divina
al recordarte y mencionarte.
Nunca olvidaremos tus azules ojitos risueños,
ni tu inocente sonrisa contagiosa,
ni tus soleados rizos dorados;
ni la interrogante del… ¿Por qué?
¡Sí!,… el ¿Por qué? de siempre
y de todos los mortales
que encontramos el consuelo
al conformarnos con decir únicamente…
¡Solo Dios!
Con el amor y cariño de tu tío Luis.
Para mi querido hermano y mi cuñada,
que encuentren paz en su corazòn
y resignaciòn por su dolor.
Luis Jiménez Dubernard.
Enero- 30 -1985.
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