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ALUSIÓN A “EL PEDO”
En la cámara de los lores,
Sustente una conferencia
Y fue tanta mi sapiencia
Y derroché tanta ciencia
Que me colmaron de Honores.
Hoy la vengo a repetir,
Voy a ver como resulto
Ustedes después de oír
A coro van a decir
Ah!... Que señor tan culto.
Como el tema no es trillado
puede ser de vuestro agrado.
Adán en el Edén…. Peyó
Eva que dormitaba,
Al ruido aquel despertó,
Solo Adán la acompañaba
Y sin saber porque…. Peyó
Nosotros después nacimos
Y por herencia peimos.
Los animales nacieron
Y por contagio peyeron
Todos desde que nacemos
Inconscientemente peamos.
Ustedes señores, tienen olores,
Ustedes preciosas, sois olorosas.
Desde el Papa hasta el Prelado
Humildemente han tronado,
Del presidente hasta abajo,
el Mismísimo relajo.
Todos, sin excepción
Cumplen con esa misión.
Quien, ha pedido al creador
Que nos libre de ese hedor?
Nadie;… no se ha sabido
Que alguno haya pedido
Ese tan grande favor.
¿Cómo pueden protestar?
¿Quién no ha sabido pedir?
El mundo debe seguir,
Pedorreando sin chistar.
Después de esta aclaración
No cabe la renegada
¿Que ganan con eso?...
Nada, es mejor… la sumisión.
Lo que sí se puede hacer,
Es controlar el sonido,
No lanzar un vulgar ruido
Que más parezca un gruñido
Y nos haga estremecer.
¡Como una ametralladora!,
Nunca se pee una señora,
Eso sería bochornoso;
Como pito de bombero
Jamás lo hará un caballero,
Tras de ser escandaloso
Es sin duda indecoroso.
A una joven linda y pura
No le luce su prestancia,
Ni su chic, ni su hermosura,
Si no pee con elegancia
Demostrando su cultura.
Para peerse con decoro
No se necesita ciencia.
Todo es cuestión de paciencia,
Dedicándose a estudiar,
Poniéndose a ensayar,
Todos los días un ratito
Ustedes podrán lograr
Poderse peer muy bonito,
De manera original,
Con un estilo exquisito,
Con un sonido especial,
Con un timbre muy sonoro,
Como los cantos del coro,
Muy suave, como un rumor,
Como una tiple, finito,
Como trina el ruiseñor,
Como tilín de campana
De la parroquia cercana,
Con este modo genial
Y con tan grato sonido
Ni faltan a la moral
Y cumplen…, su cometido.
Según dicen los doctores
Especialistas de olores,
Nuestro mal no tiene cura,
Este mal es tan pestilente
Que sufre toda la gente.
Y termina en la sepultura.
Según San Sulpicio,
Este mundo será un podicio
Hasta el serio día…, del juicio.
Hoy que sabéis vuestro sino
Y conocéis el mandato,
Pues a seguir el camino
Cumpliendo sin recato,
Y ya sin falsos rubores,
Podéis desde estos momentos
Lanzar a los cuatro vientos
Esos ingratos olores;
¡Pero con gracia, señores!
Siento gran satisfacción
Al ver que con mis consejos,
Sobre tema tan tronante,
Os he dejado perplejos
Y noto en vuestro semblante
Una muy rara emoción,
Algo así como ansiedad,
¿Será la necesidad,
De practicar mi lección?
Pues hacedlo, pero afuera
Que aquí me mata el olor
Y no es justo, ¡no señor!
Que tras de tan buen decir,
De tan prosaica manera
Me tenga yo que morir.
Ya para terminar
Ahora si con sinceridad,
Solo voy a repasar
Una ley de urbanidad
Que no falla en sociedad.
Cuando estando en un salón
A un distinguido varón
Se le escape un estallido,
Una dama encopetada,
Se hace la disimulada,
Como si no hubiera oído
Tan indiscreto soplido,
Más,… sálgase del salón
Que si no, da el azotón.
Si una señora elegante
Por el calor sofocante
O la presión del corsé
Estruendosamente pee,
El señor que este a su lado
No se dé por enterado,
Sin demostrar desagrado
Póngase luego de pie
Para no morir ahogado;
Finja que esta saludando,
disimule usted chiflando,
Pero quédese parado
Porque el “bis” será más fuerte
Y aunque tenga mucha suerte
morirá usted fulminado
Si le sorprende sentado.
Al contrario, si al toser
Una novia enamorada
Sin poderse contener
Estalla como granada,
El novio en vez de correr
Debe Decir… ¡que monada!
¡Al fin, al fin!, he logrado
Que me hayas tú perfumado,
No es solo galantería,
Es sincera mi alegría
Más cuide de no reírse
Que la muchacha al herirse
puede dejarlo plantado.
Y como ese gas es letal
Puede dar el azotón
Y es muy triste ese final
Por falta de precaución.
Aquí se acabo el sermón
Pues no debo abusar
Del aguante tan notorio
De este tan fino auditorio,
Como fin de mi lección
Voy a pedir casi nada:
Que con una carcajada
Pongan fin al vacilón.
En creso se convirtiera
El sabio que consiguiera
Fabricar tan buen tapón,
Que fácilmente pudiera,
Atornillarse al trasero
Y fuera transformador
Del sonido y del olor.
Lo compraría el mundo entero
Al precio que le pidiera
Para cambiar su tronera
En un fino pebetero.
Verso escrito por mi padre Dr. Luis H. Jiménez Abad
en 1969.
Quien tuvo la puntada y ocurrencia de recitarlo
en una fiesta.
“FUE UN ÉXITO”.
